Caminar sobre la tierra antes no hollada es una aventura no exenta de riesgos. Igor lo comprendió en 2009 cuando, fascinado por la historia que había leído en una guía de viajes, se lió la manta a la cabeza y se marchó a un pueblo perdido en las montañas del Kurdistán turco al que las nevadas condenan al aislamiento dos meses al año
Montañas de postal, un delicioso chocolate y relojes precisos, todo por descubrir. hablamos de un país con un territorio doce veces menor que España y dividido en 26 minúsculos estados en los que viven siete millones de personas que tienen poco que ver unas con otras. Hay suizos franceses, italianos, alemanes... Cada uno con su idioma.