‘La entrevista’: “Ha estado Ok. No tenía sentido censurarla”

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Los espectadores que en Nochebuena aguardaron en Los Angeles delante de una de las 300 salas de cine independientes que en todo Estados Unidos se han animado a mostrar La entrevista tuvieron su recompensa. Al inicio de la primera proyección, pasada la medianoche, Seth Rogen, coprotagonista y codirector de la cinta que ha irritado a Corea del Norte, apareció para dar las gracias al público.

“Si no fuera por gente como vosotros esto, literalmente, no habría pasado”, celebró Rogen, lata de cerveza en la mano y acompañado de Evan Goldberg, que ha codirigido la cinta sobre dos periodistas reclutados por la CIA para asesinar al líder norcoreano, Kim Jong-un.

La semana pasada, las amenazas de Corea del Norte llevaron a la productora, Sony, a anunciar que retiraba la cinta. Después de que incluso el presidente Barack Obama criticara la decisión de Sony, la película se convirtió en un símbolo de libertad de expresión. Y propició una insólita alianza entre una productora poderosa, plataformas digitales y cines independientes.

Primero fueron las salas pequeñas, que lograron que Sony aceptara un “estreno limitado”. El cartel de “Vendido” colgaba en muchas de las sesiones antes del estreno.


Los neoyorquinos pudieron ver ayer La Entrevista en tres pequeños cines independientes en los barrios de Queens, Brooklyn y Manhattan. La sesión de la mañana del día de Navidad en la sala situada a un par de calles de Union Square arrancó con billetes por vender.


“Ha estado OK, entretenida”, señalaba sin mucho entusiasmo uno de los espectadores que acudió al cine esperando por lo menos reírse. La opinión general es que Kim Jon Un, el dictador norcoreano, no sale tan mal parado. “Mala o buena, incluso si se pasaban, es entretenimiento y no tenía sentido censurarla”, comentaba otro asistente. Quitando el frenesí generado, algunos admitían que quizás no se hubieran interesado por ir a verla tan pronto.


No había presencia policial en las puertas de los cines en la sesión de la mañana. La entrevista resultó ser la película que es: una sátira para echar el rato. “Es lo que esperábamos, una comedia de Franco y Rogen”, comentaban dos espectadores del Williamsburg Cinemas. Los pases para Cinema Village estaban agotados para las sesiones de la tarde, como en el de Brooklyn, pero había entradas para la noche.


Algunos de los que prefirieron ir al cine este día de celebración familiar no lo hicieron por la película en sí sino para defender la libertad de expresión. “Aunque no sea la típica defensa del derecho de las personas a expresarse libremente, sigue siendo una oportunidad para que todos, como país, digamos que no vamos a tolerar que se amenace la libertad de expresión de la gente”, explicó a la radio pública NPR Josh Levin, dueño del West End Cinema, una sala de cine independiente de Washington. Levin adquirió una copia pese a que es un filme comercial alejado de lo que suele programar.

La defensa de la libertad de expresión llevó a plataformas digitales de pago como Google, YouTube Movies y la Xbox de Microsoft a empezar a distribuir por sorpresa la película un día antes de su estreno en las salas, multiplicando su público potencial. Pero está por ver si la distribución online compensará la pérdida de ingresos al suspenderse el estreno programado en 3.000 salas comerciales.


“No podíamos permitir que un puñado de personas determinen los límites de la libertad de expresión en otro país”, dijo en un comunicado David Drummond, responsable legal de Google. “Independientemente de lo tonto que pueda ser el contenido”.

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